Capitulo 3
Faltaban
horas para la boda de Euge. Sus nervios crecían por
minutos.
Al final, tras aquella noche sin poder dormir, llamó
por
teléfono a Lali, quien al escuchar su voz sonrió y se imaginó
lo
nerviosa que estaba.
—¿Tan
nerviosa estás?
—¡Histérica!
—contestó Euge—. Realmente la palabra que me definiría es
¡histérica!
Lali
sonrió. La conocía y se la podía imaginar.
—Vamos
a ver… Creo que deberías relajarte y dormir. Mañana será un día
largo.
—Ya
lo sé, pero es que no puedo dormir —resopló desesperada—.
Y
no quiero decirle nada a papá y mamá porque bastante
nerviosos
están ellos como para que yo vaya ahora y haga que lo
estén
más.
—Es
normal, tonta —rió al escucharla—. Me imagino que eso
debe
de ser algo normal para una novia la noche antes de su
boda.
—Sinceramente,
creo que lo que menos nerviosa me pone es
la
boda.
Sorprendida
por aquella respuesta, Lali preguntó:
—Entonces,
¿por qué estás así?
Tras
un resoplido, Euge se sinceró.
—Adoro
a Nico, pero vivir tan lejos de papá, mamá y Peter me saca de mis
casillas. No lo entiendo. Cuando Nico y yo hablamos de la posibilidad
de casarnos y empezar una nueva vida juntos, a mí me pareció
estupenda la idea de vivir en Los Ángeles. Pero ahora, cuando miro
mi habitación —susurró recorriendo con nostalgia aquellas cuatro
paredes que durante tantos años habían sido su gran refugio—, se
me hace difícil pensar que ya no viviré más aquí, y que a partir
de mañana ésta será la habitación que utilizaremos Nico y yo
cuando vengamos de vacaciones.
Al
escucharla, Lali no pudo por menos que sonreír. Su amiga tenía
miedo de su nueva vida.
—Yo
creo que te está entrando el pánico preboda.
—Puede.
Mamá me dijo el otro día que cuando me vaya cambiará
esta
habitación. No quiere que siga como hasta ahora, dice
que
le traería demasiados recuerdos.
Intentando
entender a las dos, madre e hija, Lali respondió:
—Es
normal, Euge. Ponte en su lugar. Tiene que ser muy triste ver cómo
te vas. Eres su niña, ¡la loca de su niña! Te van a echar mucho de
menos y, aunque te enfades conmigo, creo que los muebles de la
habitación no importan ahora.
—Ya
lo sé —intentó sonreír apoyada en la pared—. Creo que
soy
una histérica. Por Dios, pobre Nico. No se ha dado cuenta
todavía
de lo que le ha caído encima. Al final tendrá razón
Peter:
cualquier día, Nico me meterá en un avión y me mandará
para
España.
Al
escucharla, Lali sonrió y recordó que Peter le había
hecho
ese comentario unos días antes.
—Pero
si está encantado contigo. —Y para que ella sonriera,
añadió—:
Vas a ser muy feliz. Siempre has buscado un hombre
como
él y lo has encontrado.
—Creo
que sí. Nico es un tesoro. He tenido mucha suerte al
encontrarlo.
En
ese momento, Euge recordó algo. Entonces, añadió:
—Por
cierto, hablando de tesoros. Peter me dijo que el otro
día
estuvo charlando contigo en el cumpleaños de Bea. ¿Es
verdad?
—Sí.
Me ayudó a hacer sándwiches. Es un crío encantador.
Llevaba
varios años sin verle.
—¿Crío?
—Euge rió al escuchar aquello—. Como te oiga decir
eso,
te corta la lengua o peor, la cabellera. —Ambas rieron.
—Me
contó que había vivido una temporada con tu curiosa
bisabuela.
—Tuvo
suerte. Por ser el chico de la familia pudo estar
cuatro
años en Oklahoma, en el Instituto Sequoyah de Tahlequah.
Ya
sabes que papá quería que recibiéramos la misma educación
que
él. Sin embargo, mi glamurosa madre no me dejó ir,
por
ser chica. Se lo reprocharé toda la vida. Me hubiera gustado
vivir
con la bisabuela Sanuye y conocer de cerca la cultura
cherokee.
Al
decir aquello, Euge sonrió. Ése era el tipo de comentario
que
en España causaba risa. Aquí sólo eran capaces de imaginar
a
un cherokee con la cabeza llena de plumas.
—Peter
me dijo que su forma de ver la vida era distinta de la
de
la gente de su edad.
—Sí.
Peter es especial, Lali. El tiempo que ha pasado con la
bisabuela
le hizo madurar de manera diferente al resto de los
chicos
de su edad. Por eso creo de veras que de crío tiene muy
poco.
Además, mañana cumple dieciocho años y si le trataras
verías
que es mucho más adulto que yo, que tengo veintidós.
—¡Mira
que eres tonta! —rió su amiga.
—La
razón de que nos casemos mañana es que es el
aniversario
de boda de mis padres y también el cumpleaños de mi hermano. Cómo
iba yo a ser menos: siempre dije que me casaría
ese
día.
—¡Qué
envidiosa! —exclamó Lali. Ya conocía aquella parte
de
la historia.
Euge
se tumbó en la cama para seguir hablando.
—Eso
mismo dijo Peter —rió al recordarlo—. Aunque está
encantado
y dice que así nunca se olvidará de felicitarnos.
Tras
unas risas y media hora más de comunicación telefónica,
Lali
dijo al final:
—Bueno,
Pocahontas, creo que ha llegado el momento de
dormir.
Ahora mismo vas a colgar el teléfono, apagarás la luz y
te
dormirás para levantarte radiante. ¿De acuerdo?
Euge
lo pensó y, tras convencerse de que era lo mejor,
asintió.
—Creo
que te haré caso. —Pero, antes de colgar, preguntó—:
Mañana
vendréis todas para ayudarme con el vestido, ¿verdad?
Al
decir «todas» se refería a Lali y a las tres amigas que llegarían
para
la boda.
—Para
ser india eres tremendamente pesada —bromeó
Lalo—.
Sí, claro que sí. Mañana sobre las cuatro estaremos
TODAS
en tu casa, siempre y cuando el avión de Cande llegue
a
tiempo. Por cierto, estoy como loca por ver a las chicas.
—¡Yo
también! —chilló emocionada la novia—. Esta tarde
Mery
me llamó tras llegar al hotel con su maravilloso novio y
me
dijo que tenía que contarnos algo mañana.
—¿Ha
venido con Bernard? Quizá se nos case con ese idiota.
—Espero
que no —resopló Euge—. Ya sabes que cuando le
envié
la invitación de boda le dije que viniera con quien quisiera.
Y
cuando llamó me confirmó que vendría con Bernard a
pesar
de que a nosotras no nos guste. ¿A qué hora llega Cande?
—Su
avión estará aquí a las once y veinte de la mañana. La
pobre
no ha podido encontrar otro vuelo. Estaba histérica por si
se
retrasaba y no podía llegar a tiempo. Sin embargo, esta tarde
me
ha llamado desde el aeropuerto de Toronto y me ha dicho
que
el vuelo salía a su hora. —Y mirándose el reloj señaló—:
Ahora
estará metida en el avión, espero que durmiendo, para que mañana
tenga fuerzas para tu fiesta.
—¿Y
Rocío?
—Llegó
ayer de Nueva York y está en casa de sus padres.
Anoche
cenamos juntas y no te dijimos nada porque comprendimos
que
tenías que ir con los padres de Nico. Y ahora a dormir,
futura
señora casada, y no te preocupes por nada. Mañana
estaremos
todas juntas y charlaremos antes de tu boda.
—He
encargado canapés para que comamos mientras
cotilleamos
y la peluquera vendrá con dos ayudantes.
—Perfecto
—sonrió Lali—. Tendremos tiempo para charlar.
Hasta
las siete y media no es la boda. Y ahora, señorita, a
dormir,
que mañana nos espera un día muy largo.
Tras
colgar el teléfono, Lali comprobó que la alarma estaba
activada
a las nueve. Tenía que ir al aeropuerto para recoger a
Cande.
Una vez se hubo asegurado, apagó la luz y, cerrando los
ojos,
consiguió dormir.
Continuará....
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En la boda hay LALITER
Espero que os este gustando la novela
Gracias por leer
Besos
@lalitter08
Massssss subi otroooo
ResponderEliminarmass subi el proximo
ResponderEliminarOtroooo :)
ResponderEliminark buena defensa d Euge para con Peter.
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